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LO QUE CREES CREAS

  • yatzurycf
  • 21 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

Mi hermana era asmática a causa de haber sido asfixiada por el cordón umbilical al momento de nacer, lo cual generó la quema de algunas neuronas cerebrales, que causaron en su infancia varios episodios de ataques por falta de oxigenación al cerebro, colocándose cianótica. Los médicos dijeron a mi madre que quizás no viviría mucho, que no la forzara, que tendría problemas de aprendizaje, quizás no superaría la primaria. Yo era su guardaespaldas, debía vigilarla constantemente para evitar su muerte en uno de esos episodios; diligentemente corría a buscar a mi madre cada vez que le ocurría y así tenía una nueva oportunidad. El primer médico que la trató, recomendó aislarla de todo, porque todo le causaba el asma; así desaparecieron peluches, mascotas y no podía jugar en el piso, porque el polvo, las pelusas y pelos eran peligrosos. Su ropa no podía ser de otra cosa que no fuese algodón. Yo tenía cinco años y ella seis, en ese tiempo aislaban a los pacientes dentro de una especie de burbuja, un día cayó muy mal y la tuvieron que hospitalizar, la atendió un nuevo doctor, le dijo a mi madre que no compartía las terapias de esos tiempos, que no debía aislarse al paciente de los agentes causantes o su cuerpo siempre sería débil, una vez la dio de alta, mandó un tratamiento de inyecciones que le aplicaban dos veces al día, eran virus y bacterias que metían en su sangre para generar anticuerpos defensivos. Ella tranquila se acostumbró a las inyecciones, yo las sufría más que ella, me estremecía cada vez que veía la inyección. Volvieron los peluches, las mascotas, ropa de fibras sintéticas y jugar afuera. Mi hermana superó el asma, supero la educación básica, jamás tuvo retardo mental ni nada parecido y superó la sentencia de pocos años de vida que cada cierto tiempo daban los médicos, aún existe.

Hoy vivimos un sueño colectivo, donde todos caímos como adormecidos por burundanga, queremos despertar, pero el miedo se siembra abriendo un hueco en la psique a través de noticias que entre comentarios se van propagando y el rumor del mayor terror general inmoviliza, pues todos huyen de la muerte aunque sea la única suerte inevitable. La mente colectiva atrae las desgracias, pero el humano no aprende sigue centrando su atención en que enfermará y enferma; olvidan que vivimos bajo biodiversidad, es decir, rodeados de virus y bacterias, y el contacto con ellas nos hace inmunes. No es negar la existencia de lo que daña, es no atraerlo a ti o a los tuyos con tus temores, las enfermedades solo nos inundan si decaemos anímicamente, lo que genera el decaimiento físico, toda enfermedad independientemente de su origen tiene su evolución en un factor emocional, lo que crees creas, no lo inventé yo, muchos estudios científicos dan Fe como la influencia de una idea falsa en la mente puede llevar a la muerte. Recuerdo una historia que leí hace tiempo donde un niño rescató a otro que había caído en aguas heladas mientras esquiaban, la gente estaba sorprendida de cómo pudo hacerlo, hasta que alguien dijo lo hizo porque nadie convenció a su mente de que no podía. Mi hermana vivió por dos razones, una nunca se le dijo tú no puedes hacer esto porque eres débil, siempre la tratamos como una chica sana y sin deficiencias cerebrales; dos ella ama la vida.

Si lamentablemente hoy tienes a alguien enfermo con lo que sea, la mejor manera de ayudarlo es convencer a su mente que tiene la fuerza para salir de eso, no lo hagas sentir débil, no refuerces la enfermedad con tus miedos, piensa en vida no en muerte y que Dios nos bendiga.

AUTORA: YATZURY COLMENARES

DERECHOS RESERVADOS


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